La reconstrucción del ACL (ligamento cruzado anterior) consiste en reemplazar el mismo, para ello se utiliza un tendón de otra parte de su cuerpo.
Se trata de una opción acertada para mejorar la estabilidad y el funcionamiento de la rodilla después de una lesión.
Aunque es cierto que algunas personas con una lesión en la rodilla no necesitan una operación, ya que se le podría ofrecer fisioterapia, es decir, ejercicios y una rodillera articulada para darle soporte a su rodilla.
Esto no es posible en todos los casos, por lo que cuando debemos recurrir a la cirugía, no podemos olvidar la parte más fundamental del post-operatorio, la rehabilitación.
Las primeras 2 semanas, el objetivo es bajar la inflamación y controlar el edema, para ello podemos aplicar hielo 4-5 veces al día, caminar apoyando parcialmente el peso en la pierna operada.
También, debemos realizar movimientos en el tobillo para que nuestros gemelos se contraigan y bombeen la sangre, evitando así un edema. Además, es recomendable estirar y doblar la rodilla suavemente.
Entre la 3ª y 8ª semana, nos centraremos en ganar movilidad y recuperar fuerza. En esta fase, se requiere mucho esfuerzo, puesto que debemos llegar al límite del dolor y aguantar. A su vez, ir dejando las muletas de forma progresiva.
A partir de los 2 meses, tenemos que seguir ganando fuerza y propocepción, donde la movilidad debe ser completa.
Podemos comenzar con carreras suaves, si notamos dolor podemos alternar periodos en caminar con otros periodos de carrera suave. Sin que falten los estiramientos.
Para ello, no debemos olvidar nunca de seguir las recomendaciones de un fisioterapeuta profesional, y es que solo así nos garantizamos un avance efectivo y adecuado.